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Necronomicón: un ejemplo de mitificación en la literatura moderna.

Desde el comienzo de este blog tuve ganas de hablar sobre todo el misterio que se creo en torno a este libro. Sin embargo no sabía exactamente desde que ángulo encararlo o como darle forma, hoy leyendo El espejo gótico me tope con varios artículos que me ayudaron a esclarecer todas mis dudas y decidirme a comenzar este pequeño viaje por uno de los libros más mitificados de la literatura moderna. Sin más preámbulos vamos a comenzar.


Para empezar este breve viaje me voy a dar en la tarea compleja de intentar explicar que es exactamente este libro, su origen y como es que se llega a dudar de incluso si es real. Espero en el proceso no caer en dar información errónea.

¿Qué es en Necronomicón?:  En el mundo gótico de horror de Lovecraft “El Necronomicón” es un libro que según afirman algunos contiene la realidad terrorífica de la historia oculta del mundo además de oscuros rituales con el poder de destruir toda vida en la tierra. Lovecraft a través de sus novelas despertó el interés sobre el Necronomicón tanto en sus seguidores más acérrimos, lectores curiosos y estudiosos del ocultismo. Con el paso del tiempo se ha discutido sobre la veracidad del Necronomicón y su existencia.

En el mundo de la literatura es sabido que este libro es ficción, de hecho fue el mismo Lovecraft quien en reiteradas ocasiones se vio en la obligación de recalcar el hecho de que no existe tal libro. Sin embargo, como suele pasar en estos casos, se creo toda una especie de mitos en torno a dicho libro. Fueron varios los ''expertos'' en ocultismo quienes se dieron en la tarea de ignorar las declaraciones del autor y darle fuerza al mito de que el libro maldito podría ser real. 

El origen real del Necronomicón: H.P. Lovecraft creó el mito del Necronomicón como engranaje para sus relatos; una forma de anclar lo sobrenatural dentro de un marco coherente y aceptable, en este caso, un antiguo libro maldito
Según lo comenta el propio H.P. Lovecraft, el verdadero nombre del Necronomicón es Al Azif. Fué escrito en el año 730 d.C. por el árabe loco Abdul Alhazred; cuyo nombre puede rastrearse hasta las páginas de las Mil y una noches.
El libro fue traducido al griego con el nombre de Necronomicón por Theodorus Philetas en el año 950 d.C. Un par traducciones después y habiendo viajado por medio mundo en el siglo XVII se publicó una edición española. Este último es el Necronomicón que aparece citado en la mayoría de los relatos de H.P. Lovecraft.



En repetidas ocasiones el autor nos advierte que la lectura del Necronomicón puede conducir a la locura. Casi todos los protagonistas de sus relatos sufren espantosamente al leer el libro maldito, experimentan pesadillas y visiones horrorosas, vislumbran ese mundo informe de monstruos imposibles y arquitecturas caprichosas.
El Necronomicón agrupa los conocimientos nigrománticos de un culto antiquísimo; plagado de invocaciones, ritos y arcanos supuestamente perdidos. No todos los dioses y criaturas del Necronomicón son invenciones de H.P. Lovecraft; algunas, de hecho, pertenecen a panteones bastante conocidos, como Dagón, por ejemplo.
Como detalle curioso diremos que la historia y la cronología del Necronomicón resultaron tan convincentes para el público, que durante años los libreros de todo el mundo recibieron gran cantidad de pedidos por parte del público general, y hasta de algunos bibliófilos aficionados. Aún en la actualidad circulan versiones falaces que hablan del Necronomicón como si hubiese existido realmente.
Tal vez lo más atrayente del Necronomicón es su capacidad de evocar en el lector lo que los mitólogos del siglo XIX llamaban "memoria de la raza". Dentro de todos nosotros -afirmaron- late una sombra que duerme; un instinto, un llamado, quizá; de los bosques que aún hoy reclaman el tributo de bailes enloquecidos a la luz de la luna.

El Necronomicón nos recuerda una época en la que los libros podían ser mortales, dónde seres nocturnos plasmaban en sus páginas los arcanos de un saber siniestro; pero sobre todo que el conocimiento de ciertos secretos, celosamente guardados por las aguas y el tiempo, no deben ser examinados impunemente.
Cita de ''El Espejo Gótico''.